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El escudo no variaba: la cruz de la casa de Saboya y, eso sí, los fasces (las varas y el hacha, símbolo procedente de la Antigua Roma que el movimiento fascista italiano adoptó como propio). Como digo yo siempre, tenemos que aprovecharnos de que el fútbol le encanta a la gente, siendo humildes y conscientes de que el masculino nos lleva muchos años de adelanto para que ojalá en unos años nosotras generemos lo que ellos generan.