Inicialmente carecía de poderes espirituales, pero en el transcurso de la serie desarrolló su conciencia espiritual, obteniendo así unos extraños poderes capaces de violar los designios de Dios, pudiendo rechazar cualquier tipo de evento o fenómeno alterando el tiempo y el espacio. En el partido desempate jugado en el Estadio Centenario resultaron victoriosos los Diablos Rojos por 2-1 con un gol de Giachello en el tiempo suplementario, coronándose campeón de América por cuarta vez en su historia y es aquí donde se convierte en el máximo ganador de la Copa Libertadores, récord que sostiene aún hoy.